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café de “tuercas”

La mítica historia de un café de “tuercas”, príncipes y estrellas


08/08/11 Clarin

CAMBIO. EN 1983 YA SE PEATONALIZO EL PASEO Y EL CARTEL DE LA CALLE ORTIZ.


Carlos Gutiérrez, hoy gerente, empezó a trabajar en La Biela (Quintana 596) hace 45 años, en 1966, cuando la peatonal Roberto Ortiz no existía y la esquina era Junín, frente a la parada del 17. Al año siguiente iniciaron la primera transformación del antiguo cafetín y abrieron al lado, sobre Quintana, la confitería “paqueta” y restaurante La Biela, que tenía cartel visible, mantelería de hilo y era comparado por su cocina con la del cercano Alvear Palace y con el Plaza.


En ese restaurante Bioy tenía la mesa 20, donde comía a diario siempre mirando hacia el interior del local. Así fue hasta el 94, cuando Gutiérrez y asociados unificaron los locales (“era un lío tremendo, dos brigadas de mozos, dos cajas”) y llegó la reforma que se mantiene hasta hoy, con maderas claras y ventiladores de techo. “Usted puede venir aquí a hacer sus reuniones de trabajo o de lo que sea a su mesa que nadie va a estar escuchando lo que dice. Aquí hay clientes que vienen hasta seis o siete veces por día. Así funciona. Los mozos de la mañana conocen a cada uno por su nombre, y reciben recados: ‘Si lo ves a tal, decile que después vengo’”, revela el hombre de la barra.


El origen del nombre, se sabe: el playboy y corredor de autos Roberto “Bitito“ Mieres picaba a gran velocidad y arriesgada pericia en una tarde imprecisa de los 50. Exigido su auto, fundió una biela. La sacó, entró al bar y dijo a los mozos asombrados: “Esto, gallegos, es una biela”. Y así fue. Del Alvear llegaba la clientela de huéspedes famosos, como la legendaria cantante italiana Mina, o el presidente también de Italia Sandro Pertini, o Alain Delon, o Serrat, “que se levantaba a escuchar los partidos de Boca por la radio junto los mozos”, o el bailarín Rudolf Nureyev, o Cristina Onassis, o Raphael y los pilotos de Fórmula 1 que venían al Gran Premio: Jackie Stewart, Nikki Lauda, Emerson Fittipaldi... la herencia de los tuercas Mieres o Charlie Menditeguy. La otra crema llegaba de las galas de abono del Colón. “Los esperábamos de pie, con la servilleta en el brazo, hasta que aparecieran, aunque fuera a la una de la mañana”.


Las tertulias siguen, aunque los nombres cambien y los plásticos Pedro Roth y Raúl Santana extrañen a Facundo Cabral.

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