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Linea E, Proxima estación >>> EZEIZA

Proyectan extender la línea E hasta el Aeropuerto de Ezeiza

Forma parte de los convenios firmados con China en julio de 2010. El proyecto aún no se formalizó, pero está entre las principales prioridades de la Secretaría de Transporte para el Área Metropolitana. Las alternativas ferroviarias, fuera del análisis.

Por enelSubte.com el 24/08/2011 a las 23:49 hs.

Forma parte de los convenios firmados con China en julio de 2010. El proyecto aún no se formalizó, pero está entre las principales prioridades de la Secretaría de Transporte para el Área Metropolitana. Las alternativas ferroviarias, fuera del análisis.

El Gobierno nacional avanza a paso firme en su intención de extender la línea E desde Plaza de los Virreyes hasta Ezeiza.  El proyecto fue incluído en los multimillonarios convenios rubricados en julio de 2010 con China, aunque aún no se encuentra formalizado, y había sido informado como una prolongación del subterráneo hasta la terminal aérea por las autoridades nacionales el año pasado.

A partir de la estación Virreyes, se planean sumar 20 kilómetros de recorrido a la línea E hasta alcanzar el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.  El trazado, que partirá en forma subterránea desde la estación Plaza de los Virreyes aparentemente en continuidad con la traza actual del subterráneo, contaría en principio con siete estaciones para las que se barajan nombres provisorios: Mozart, Argentina, General Paz, Mercado Central, Echeverría y Ezeiza.  El costo total de la obra ascendería a los 1500 millones de dólares, y serían financiados por bancos chinos en un 85%.  Respecto a la empresa constructora, se indica que la obra podría caer en manos de Roggio al igual que se espera que suceda con el Subte cordobés y la línea G.

Origenes del proyecto

La intención de unir la Capital con el Aeropuerto de Ezeiza mediante un sistema de transporte masivo surgió en los años 90, cuando se decidió la privatización de la red de subterráneos.  En aquellos años, la línea E era la que menos tráfico tenía de las cinco líneas que formaban la red de SBASE.  Esto la convertía, junto a su proyectada extensión a Retiro, en la primera opción para llegar con el subte a Ezeiza.

La obra, que según el contrato de concesión iba a quedar a cargo de Metrovías, contemplaba la construcción de una terminal independiente en Retiro para los trenes al Aeropuerto.  De allí partirían formaciones especiales cada 20 minutos (luego cada 10) con un número mínimo de paradas intermedias.  Luego de Plaza de los Virreyes, las vías seguirían un recorrido cercano a la autopista Ricchieri, parte en trinchera, viaducto y túnel, hasta alcanzar la terminal aérea.  Una diferencia importante respecto al proyecto actual es que se preveía construir una terminal adicional en Ciudad Evita para que el servicio del Subte sirviera además a los habitantes de dicha zona del Conurbano y no sólo a los viajeros y trabajadores del Aeropuerto. 

Operativamente, entre Retiro y Plaza de los Virreyes circularían formaciones regulares del subterráneo cada dos minutos y medio.  De esos trenes, uno cada diez minutos continuaría su recorrido hasta Ciudad Evita otorgando una frecuencia de 7,5 minutos al tramo desde Virreyes hasta allí.  Cada veinte minutos (más adelante, cada diez) partirían, de la terminal exclusiva en Retiro, los trenes al Aeropuerto.  Sin embargo, estas formaciones deberían circular a muy baja velocidad hasta pasar Plaza de los Virreyes ya que el tramo en explotación de la línea E tiene sólo una vía por sentido y, según el esquema operativo previsto, iba a tener una elevada frecuencia.   Para resolver esta situación, Metrovías había propuesto construir túneles de sobrepaso paralelos a la traza original de la línea E, que hasta ahora no se mencionan en el proyecto actual. 

El principal inconveniente que presenta un proyecto semejante es que, a medida que aumente la demanda (y, por ende, la frecuencia) del subte E en su sector dentro de la Capital con la extensión a Retiro y el eternamente prometido empalme con la línea H (o la prolongación a Plaza Italia) para permitir una continuidad de los servicios entre ambas trazas, se haría cada vez mas difícil la inserción de los trenes al Aeropuerto.  Para que estos servicios pudieran circular, habría que cancelar un tren del recorrido Retiro - Virreyes para que el sistema de señales ATP (instalado en 2001) pueda permitir su paso.  En ese sentido, sería mucho más económico alcanzar Ezeiza con los servicios del ferrocarril Roca previa mejora de sus prestaciones y condiciones de seguridad, alternativa que por ahora se encuentra fuera de análisis.

Demolición versus reformas

Demolición versus reformas
La vieja disputa tiene como fondo la tendencia sociológica y hasta la ideológica de la ciudad sobre sí misma.

Por Miguel Jurado*
08/09/11 ARQ clarin.


De alguna manera, la reforma y la demolición juegan un partido caliente en las calles porteñas. Es cierto que en ese enfrentamiento, la especulación inmobiliaria, muchas veces, gana por afano (perdón por la comparación).


Ocurre que Buenos Aires es una ciudad condenada a crecer para adentro, como si le faltara espacio, como si no fuera la capital de un extenso país y al pie de una de las mayores llanuras del planeta. Más bien, parece sufrir todas las características de una isla: límites infranqueables por todos lados. Pero no se trata de que aquí haya bordes geográficos que podría establecer el agua. Hay límites sociológicos, psicológicos y hasta ideológicos. Es así como nuestra ciudad crece sobre sí misma, demoliendo edificios para construir otros, pero esto ocurre, sobre todo, en 5 o 6 barrios. Villa Urquiza, Caballito, Palermo, Puerto Madero y Belgrano acaparan la mitad de todo lo que se construyó en los últimos 9 años.


La disputa entre demoler y reciclar tiene una larga historia y varios casos emblemáticos. Por ejemplo, apenas fue inaugurado (1895), el Museo Nacional de Bellas Artes funcionó en las galerías del Bon Marché, donde ahora están las Galerías Pacífico (otra gran reforma). En 1932, la institución se mudó la Casa de Bombas, un edificio de 1870 en el que se filtraba el agua del río y se la bombeaba a todo Buenos Aires. Las reformas del edificio fueron encargadas al arquitecto Alejandro Bustillo. Y hubo varias modificaciones más; las últimas importantes fueron en 1960, cuando se agregó un pabellón para muestras temporarias, y en 1980, cuando se inauguró la sala más amplia del museo.


Otro caso importante: la Casa Rosada. Así como la ve, la sede del Gobierno nacional es el resultado de la unión de dos edificios. El primer gobierno patrio comenzó a funcionar en lo que era la Real Fortaleza (1594) sobre las barrancas del Río de la Plata. En 1820, Rivadavia ordenó reformas. Treinta años después, el edificio fue demolido parcialmente para construir la Aduana Taylor (donde funciona el flamante Museo del Bicentenario). De la construcción antigua sólo quedaron unas dependencias virreinales que fueron refaccionadas como Casa de Gobierno. Sarmiento la mandó a pintar de rosa y, en 1873, ordenó construir el Palacio de Correos en el terreno que había dejado libre la demolición del Fuerte.


Cuando lo terminaron, todos se dieron cuenta que había quedado más lindo que la sede de Gobierno, entonces, el presidente Julio Argentino Roca encargó la ampliación y embellecimiento del edificio gubernamental. Bah, encargó la construcción de un edificio parecido al de correos que le había gustado a todo el mundo. Al final, por necesidad o ganas, el Gobierno de turno decidió unir los dos edificios y darle forma a la Casa Rosada que todos conocemos.


Claro que en el mundo la piqueta no había dicho su última palabra. En 1937, el presidente Agustín P. Justo propuso demoler la Casa Rosada para que se vea el río desde la Plaza de Mayo. Es más, empezó a hacerlo pero un cambio de gobierno dejó todo en la nada.


No son ajenos a la tendencia recicladora el museo que se está construyendo en un enorme edificio de Correo, sobre Alem; los shoppings Abasto, Galerías Pacífico y Patio Bullrich; o los modernos edificios de oficinas construidos en las viejas plantas de Cruz Malta y Canale. También cuenta la sede del Museo de Arte Moderno, el MAMBA que funciona en dónde eran los depósitos de Nobleza Piccardo. Sin ir más lejos, todo Palermo Viejo es fruto de las reformas de viejas viviendas centenarias y hasta el rutilante Puerto Madero aprovechó el lustre de sus antiguas construcciones portuarias para empezar con el pie derecho.


* Editor adjunto ARQ

Street art llego a San Telmo

Las figuras de street art más famosas llegaron a San Telmo
Grafiteros locales reprodujeron obras del renombrado inglés Banksy en una casona abandonada.

Por Romina Smith
07/09/11 Clarin
 A mediados de junio pasado hubo un rumor. Que corrió, sin freno, de Barracas al resto de la Ciudad. Banksy, decía el rumor, el artista callejero más famoso del mundo , iba a llegar a Buenos Aires para una muestra colectiva en el centro cultural del Hospital Borda. El último día de junio se supo que no. Que todo fue un rumor nacido quién sabe dónde. Pero algo pasó, la muestra fue un éxito, y la ausencia del inglés de los esténciles también: dos artistas callejeros aparecieron de noche en la cuadra de Chacabuco al 1300, casi al borde del corazón de San Telmo, y trajeron a Banksy en su forma más conocida y pura: algo así como “si quieren a Banksy, acá tienen sus obras”. Eligieron el frente de una vieja casona abandonada y en dos noches copiaron y pintaron varios diseños del inglés. Entre otras imágenes, se pueden ver una copia de “Rain Girl”, que apareció en agosto de 2008 en Nueva Orleáns, Estados Unidos, para recordar el aniversario de la devastación del huracán Katrina.


La aparición de las copias de los esténciles de Banksy coincide con un momento donde el arte callejero crece en la ciudad, sobre todo en los barrios del sur. La mayoría aparece de un día para el otro, de forma anónima. Banksy se hizo famoso en el mundo por hacerlo así. Y así ocurrió esta vez. Pero alguien los vio. “Llegaron hace dos meses de noche. Hasta trajeron una escalera”, recordó Carlos, que trabaja en esa cuadra. “Nosotros los descubrimos porque abrimos temprano”, agregó.


Matt Fox-Tucker, periodista inglés que vive en Argentina, autor del libro “Textura Dos, Buenos Aires Street Art”, contó a Clarín que había visto esténciles con figuras que copiaban a Banksy en Buenos Aires, pero nunca tantos y juntos. “No sé si son un tributo pero quedan muy lindos con la arquitectura”, agregó en su web www.buenosairesstreetart.com, y desde ahí dio detalles del valor que tienen para la ciudad, donde estas expresiones se ven desde 2001, con obras de los mejores artistas del mundo. “Banksy es un fenómeno, una marca global y ha cambiado el pasaje del street art para siempre. Sus diseños satíricos y políticos se convirtieron en obras del arte”, aseguró el periodista.


No es la primera vez que artistas se inspiran en el inglés, que esconde su identidad desde que empezó a pintar en Bristol, para dejar su huella. En este caso, y conociendo que Banksy hace sus plantillas de formas precisas para que cualquiera las reproduzcan en cualquier lugar del mundo, los dos anónimos dejaron cinco reproducciones reconocibles: la nena con el paraguas que llueve para adentro, dos personajes que suben escaleras llevando máscaras de gas, un hombre con rodillo que representa a una movida anti grafitis y, en vez de las famosas ratas, sello del inglés, esta vez la pared quedó tomada por figuras de perros y un gato.


La casona que exhibe esas huellas también tiene su historia: allí funcionaron hasta hace pocos años un centro cultural y un quiosco, y también estuvo tomada. Tras el desalojo quedó totalmente ciega: con las puertas y ventanas selladas con cemento. Hasta hace poco fue valuada por una inmobiliaria en 650 mil dólares pero tiene una causa abierta que impide la demolición. Así que está así, suspendida, como la visita de Banksy. Y por ahora resiste en pie. Como también lo harán, por un tiempo, la decena de figuras de esténcil que la adornan.

35 mil kilos de caca por día en la Ciudad

Los perros dejan 35 mil kilos de caca por día en la Ciudad


Es una estimación del Gobierno porteño. Si bien hay sanciones previstas de hasta $ 240, nunca se aplican. En el Instituto Pasteur alertan que el 30% de la materia fecal tiene algún tipo de parásitos. Aún son minoría los dueños que la limpian.

Por Nora Sánchez
07/09/11 Clarin


En Buenos Aires, el que camina distraído puede llevarse una mala sorpresa. La Ciudad está minada con excremento de perro y para evitarlo no hay que despegar los ojos del suelo. Cada día, según el Gobierno porteño, los perros dejan 35 mil kilos de materia fecal en la calle. Y aunque por ley es obligación de sus dueños limpiarla, la mayoría no lo hace .


En el Ejecutivo estiman que en la Ciudad hay un millón de perros y gatos, entre mascotas con familia y animales sueltos. Esto arroja un promedio de un animal cada tres habitantes. “Gastamos $ 4 millones por año en limpiezas con máquinas de hidrolavado, para sacar los excrementos que quedan en las veredas de plazas, parques y lugares críticos –afirma el ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli–. A esto hay que sumarle una inversión de $ 2,5 millones en caniles. Ya hicimos 25 y pronto vamos a sumar otros 15”.


Pero nada parece alcanzar para resolver un problema que pasa por la responsabilidad de cada uno. “Yo siempre la levanto pero justo hoy no traje bolsita porque no pensaba sacarlos a pasear”, se excusó ayer Marta García, mientras sus perros, un caniche blanco y un mestizo, husmeaban los canteros de la plaza Rodríguez Peña.


Mientras en Nueva York le cobran multas de 100 dólares a los dueños que no limpian los desechos de sus perros, en Buenos Aires siempre fue impracticable cobrar las sanciones de hasta $ 240 previstas para esta falta. En el Gobierno porteño admiten que hace falta una campaña para lograr un cambio cultural. “Primero hay que concientizar y después hay que empezar a aplicar algún tipo de sanción –dice Santilli–. De todas formas, noto un cambio en la gente, porque cada vez hay más personas que llevan una bolsita y juntan las necesidades de su perro. Pero todavía son minoría”.


Algunos vecinos emprenden campañas por su cuenta. Hace cuatro años, los de San Telmo organizaron el festival No Caca y cuando veían a alguien limpiando la de su perro, le daban un regalo. Otros, hartos de limpiar lo que hacen las mascotas ajenas, apelan a poner carteles en el frente de sus casas. “Mi vereda no es el sanitario de su perro”, reza uno en una vivienda de Villa Urquiza.

“Esta plaza es un asco, cuando vengo con mi hijo lo llevo a upa porque está repleta de caca y tengo miedo de que la toque –se quejó ayer Sofía de Ocampo, una vecina que paseaba por Plaza Las Heras con su bebé y su mamá–. Yo siempre levanto la de mi perro e incluso cuando veo que alguien no limpia la del suyo le ofrezco un pañuelo de papel”.


“El 30% de la materia fecal que los animales dejan en la Ciudad tiene algún tipo de parásito –alerta Oscar Lencinas, director del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur y vicepresidente de la Asociación Argentina de Zoonosis–. Pero al sur de la avenida Rivadavia, hay una mayor probabilidad de que esto ocurra. El motivo es que hay más villas y asentamientos y muchos animales, pero sus dueños no pueden llevarlos al veterinario”.


Pero en el norte de la Ciudad, también hay que tener cuidado. “En los areneros de las plazas hemos encontrado toxocara, que es un parásito del perro y del gato, que se contagia a los seres humanos. Por eso los areneros deben estar cerrados con rejas que no dejen pasar animales . Si alguien toca excremento con huevos de toxocara y se lleva la mano a la boca, éstos pasan por el estómago y después al intestino. Pero como el hombre no es su huésped natural, las larvas pasan a la sangre y empiezan a migrar por todo el organismo. Pueden ir al cerebro, al riñón, al hígado o al pulmón y producir quistes. Pero lo más habitual es que se ubiquen en la retina y formen un pequeño tumor”, advierte Lencinas. Y recuerda: “La materia fecal de los animales en la vía publica no es un problema causado por los animales, sino por sus dueños”.

 
Dónde hay caniles y los que proyectan construir



En la Ciudad hay 25 espacios verdes con caniles, que sobre todo suelen ser utilizados por paseadores de perros. Son las plazas y parques Guillermo Barbieri, Barrancas de Belgrano, Centenario, De la Misericordia, De los Periodistas, Éxodo Jujeño, Crisólogo Larralde, Lavalle, Lonardi, Maimónides, Benito Nazar, Noruega, Palermo Viejo, Paseo de las Américas, Primero de Mayo, República del Paraguay, Rivadavia, San Martín, Santojanni, Carlos Thays, Lucio Demare, Julio César Fumarola, Libertad, Rodríguez Peña y Francisco Seeber. Mientras, el Gobierno porteño anunció que proyecta construir más caniles en las plazas Naciones Unidas, Vicente López, Libres del Sud, Martín Fierro, Irala, Colombia, Boedo, Almagro, Irlanda, Giordano Bruno, Richieri, Martín Rodríguez, Castelli, Parque de los Niños, Las Heras, Unidad Latinoamericana, Pakistán y en el Parque Tres de Febrero.

 
En la calle, se ven pocos que llevan bolsa y muchas excusa.
MARTINA PERDIGUERO


Veo muchísima gente que saca a pasear a su perro sólo para que haga sus necesidades en la calle. Abren la puerta del departamento, el perro hace caca en la vereda y lo vuelven a entrar, ni siquiera se toman el trabajo de llevarlo a dar una vuelta manzana. Es una falta de respeto total”, contó Silvina Arias en Coronel Díaz y Las Heras mientras paseaba a su boyero de berza.


El problema preocupa a los padres, molesta a quienes no tienen mascotas y enoja a los que tienen pero limpian sus desechos. “No veo que nadie levante la caca de sus perros –criticó María José Prado que aprovechó el día de sol para llevar al Parque Las Heras a su bebé de 11 meses– tendrían que pensar en los chicos”.


“Cuando veo gente que no levanta la caca le ofrezco una bolsita pero me contestan que ellos pagan sus impuestos”, dijo no muy lejos Cristina, vecina de Libertador y Austria. Muchos dueños de perros dijeron que ellos siempre levantan el excremento de sus mascotas pero que a veces se olvidan de la bolsa. “El no hace caca en la calle por eso no traje una bolsa”, explicó a forma de disculpa Alan, luego de que su beagle defecara en Paraguay y Callao.


Algunos se animaban a proponer soluciones. “Deberían ponerle un impuesto a los perros y que se encargue el gobierno de limpiar la caca. Yo estaría dispuesta a pagar”, dijo María Teresa Blanc frente a la Biblioteca Nacional.

Las villas crecieron

La población en las villas creció más del 50 por ciento



Son cifras que abarcan el período 2001-2010. Pese al crecimiento económico, 163.587 personas viven en las villas porteñas. La Rodrigo Bueno, ubicada en Costanera Sur, quintuplicó sus habitantes.
07/09/11 Clarin
Por Ismael Bermúdez
En la Ciudad de Buenos Aires lo que más crece es la población que vive en las villas y en los asentamientos.


Según las cifras del Censo 2010, en esos barrios precarios hay 56.165 personas más respecto de 2001, un incremento del 52,3%. Y como la población porteña creció en esos 9 años en apenas 114.013 personas, se desprende que la mitad de ese crecimiento tuvo como destino las villas y los asentamientos, con sus consecuencias ambientales, sanitarias y de infraestructura.


En total, en las villas de emergencia y asentamientos porteños viven 163.587 personas distribuidas en 40.063 viviendas que ocupan 259,9 hectáreas. En 2001 sumaban 107.422.


Las villas más numerosas son la 21-24 en Barracas, la 31-31 bis en Retiro y la 1-11-14 en el bajo Flores que suman 80.000 personas. En 2001 en esos barrios precarios residían 53.000 personas. Un incremento del 50%.


En contraste, casi una cuarta parte de las 1.425.840 viviendas porteñas – 340.975 unidades – están “deshabitadas” porque corresponden a oficinas, pero también porque son casas o departamentos que están en venta, en alquiler o en avanzado estado de construcción.


En la zona de Retiro o Puerto Madero, las viviendas “deshabitadas” trepan al 40%, el grueso por las construcciones como “inversión” desarrolladas en los últimos años.


Aunque no hay datos de la procedencia de estos nuevos contingentes de porteños, el grueso proviene de países limítrofes (Paraguay y Bolivia) y de Perú. En toda la Capital, viven 381.778 extranjeros, 65.039 más que en 2001.


De aquí se infiere que más de la mitad del crecimiento poblacional se explica por la radicación de extranjeros atraídos, según el INDEC, por las mejoras sociales y económicas de los últimos años.


La presencia de las villas y asentamientos está concentrada en 4 barrios porteños.


En Villa Lugano, Soldati y Riachuelo representan el 32,9% de la comuna; en Barracas, Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios el 16,3%; en Constitución, Retiro, San Telmo el 14,3%, y en Flores-Parque Chacabuco el 12,1%. Respecto de 2001, los mayores crecimientos se registraron en Retiro y Barracas.


Debido al aumento de la población en villas y asentamientos, en las comunas 1 (Retiro), 7 (Flores y Parque Chacabuco) y 8 (Villas Lugano, Soldati y Riachuelo) la población creció entre 3 y 5 veces por encima del promedio de la Ciudad, que fue de apenas el 4,1%.


Así, en esos barrios carenciados, el ritmo de crecimiento poblacional es muy similar, y muchas veces superior, al de buena parte del GBA. Por esa razón, algunos especialistas señalan que hay una “conurbanización porteña”, estableciendo casi una unidad sociogeográfica ya que muchos de esos barrios son linderos con los partidos del GBA.


En promedio, en las villas viven 4,1 personas por hogar, aunque en algunos asentamientos trepa a 7,3 por vivienda, generando serios problemas de hacinamiento habitacional.


“En las comunas 1, 4 y 8 (que corresponden a esos barrios), el porcentaje de hogares hacinados supera el 18,9%”, alcanzando el 22,2% en la comuna que incluye Villa Soldati-Lugano, de acuerdo a un informe de la Dirección de Estadísticas y Censos (DGEyC) de la Ciudad de Buenos Aires. Pero si este indicador se restringe “a las villas, inquilinatos, hoteles, pensiones y casas tomadas el porcentaje de los hogares hacinados ronda el 50%”, cuando en el resto de la Ciudad “apenas llega al 6,3%”.


Otro dato es que las comunas 4 y 8 tienen los porcentajes más altos de hogares que no disponen de inodoros con descarga a la red cloacal pública.


“Los hogares con deficiencia de este tipo de servicio ascienden a alrededor de 10.000”, que se concentran en las comunas 4 y 8 donde están las villas de La Boca y las de Villa Lugano, según el relevamiento de la DGEyC.


En las villas, los habitantes del 73,3% de los hogares no son propietarios ni inquilinos, por lo que son clasificados en el rubro “tenencia precaria” de la vivienda. Otro 10,2% es inquilino y apenas el 16,5% es propietario del terreno y la vivienda. Para el resto de los porteños, estos números están invertidos, ya que 2 de cada 3 habitantes son propietarios de sus viviendas.


Según el Censo 2010, en la ciudad de Buenos Aires 71.275 hogares cocinan o calefaccionan sus viviendas con gas a garrafa: son un 40% más o 21.223 hogares más que en 2001, debido al incremento de la gente que vive en inquilinatos, villas y asentamientos.



Hogar que ya no es transitorio


Por Ciencias Sociales, Uba Lic. Pablo Vitale

Contra lo que suele pensarse, el incremento de residentes en las villas no es tan agudo en tiempos de crisis como en los de su superación, por parcial que ésta sea, debido tanto al propio crecimiento vegetativo –mayor al de la media urbana– como al establecimiento de migrantes en las villas que, a diferencia de sus antecedentes históricos, ahora es de carácter definitivo.


Desde 1983, las políticas públicas y la legislación invariablemente postulan la necesidad de la integración urbana de las villas y la radicación definitiva de sus habitantes. Sin embargo, poco se ha avanzado en ese sentido. Uno de los factores que dan cuenta de la irresolución de la problemática se observa en el tratamiento diferencial que suele orientarse a las villas: desde la deficitaria prestación de servicios públicos y estatales, que en estos barrios están muy lejos de los estándares del resto de la ciudad, hasta los programas focalizados y de corto alcance que se les destina. Concebir a las villas como una anomalía a tratar “quirúrgicamente” o desentenderse de la cuestión fueron las alternativas recurrentes y fallidas por las que optaron distintas gestiones gubernamentales a lo largo de su historia.


Es necesario, por el contrario, partir por entenderlas como parte constitutiva de la ciudad y de su dinámica productiva . No es casual que las villas en las que se verifican crecimientos de población más notables –Rodrigo Bueno, 31-31bis y 21-24- sean las que cuentan con mejores localizaciones. Lejos del estigma que pesa sobre su población, ésta se compone fundamentalmente de mano de obra que es empleada , formalmente o no, en la producción de diferentes bienes y servicios esenciales. Como ejemplo paradojal, el “boom inmobiliario” por el que atraviesa la ciudad es, en buena medida, fruto del trabajo de quienes viven en villas.


Y es en ese ciclo de especulación inmobiliaria abierto después de la crisis donde radica otra de las claves fundamentales del crecimiento villero: la brecha entre la capacidad adquisitiva del salario y el precio del suelo urbano hace prácticamente imposible que los sectores populares accedan a una vivienda a través del mercado formal. A esto se suma la ausencia de alternativas habitacionales ; los hoteles-pensión, por caso, suelen restringir el acceso a familias con hijos, y no existen programas estatales que respondan a las necesidades habitacionales de quienes recién llegan a la ciudad.