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Vandalismo urbano

Daños en bienes públicos / Un mal que cuesta a los porteños $ 1.000.000 mensuales

El vandalismo urbano no tiene freno

Por Angeles Castro
LA NACION

Los grafitis en monumentos del micro y macrocentro; las pegatinas ilegales en edificios estatales; refugios de colectivos y postes de luz; el robo y la destrucción de contenedores y cestos para residuos; la destrucción de los canteros de la 9 de Julio, y la rotura de obras de arte instaladas en el espacio público constituyen el top five de las actividades vandálicas que afectan a bienes de uso común. Esos ataques obligan al gobierno porteño a desembolsar 12 millones de pesos anuales en concepto de reparaciones y reposiciones de los elementos dañados.



Así lo confirmó a La Nacion el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, encargado de los arreglos correspondientes.


Una simple recorrida tanto por el centro como por algunos barrios porteños alcanza para comprobar cómo el vandalismo, generalmente producto de manos anónimas, ataca con particular insistencia.


Los perjuicios se observan en el monumento a Bartolomé Mitre, en la plaza homónima de Recoleta, víctima de los grafitis; en la peatonal Reconquista, en la City, donde la mayoría de los pilotes que delineaban la vereda desapareció o está volteado junto a su lugar original de emplazamiento; en la Plaza de los Periodistas, en Flores, de donde desapareció la placa que recuerda al fallecido periodista de La Nacion, Juan Carlos Insiarte, colocada por pedido de los vecinos, pues su labor logró que ese espacio abandonado se convirtiera en un paseo.


Sobre la avenida Triunvirato, en Villa Urquiza, los postes de luz son los blancos de pegatinas para promocionar servicios de todo tipo, fenómeno que se repite en el mobiliario urbano de toda la ciudad.


La lista continúa, por ejemplo, con el respiradero maltratado de una estación de subte en Cabildo y Juramento y, bajo tierra, con pintadas sobre el mural del artista Sábat -declarado bien cultural porteño-, que adorna el pasaje Lima, en la combinación de las líneas A y C. También, con las inscripciones que muestra la Pirámide de Mayo, a metros de la Casa Rosada y del Palacio de la Ciudad.


Sin castigo

La nómina resulta tan extensa como infructuosas son las causas abiertas en la justicia porteña por los daños provocados en bienes urbanos. Según datos suministrados por el Ministerio Público Fiscal de la ciudad, terminó archivado el 78% de los expedientes abiertos durante 2011 por infracción del artículo 80 del Código Contravencional de la Capital, que establece que se castigue a quienes ensucien bienes con 1 a 15 días de trabajo de utilidad pública, o multa de 200 a 3000 pesos; las sanciones se elevan al doble cuando los objetivos son estatuas, monumentos, templos religiosos, escuelas u hospitales.


La norma, en su artículo 70, también establece castigos de 1 a 10 días de utilidad pública, o multas de 200 a 2000 pesos para quienes afecten señales colocadas por las autoridades, como los carteles que nombran calles o cualquier indicación con fines de orientación al ciudadano. En 2011, sólo se abrieron siete causas por violación a ese artículo.


Como se dijo, según un informe del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, que dirige Diego Santilli, los monumentos del micro y macrocentro, los edificios estatales, los refugios de colectivos, los contenedores y los cestos para residuos, los canteros de la 9 de Julio y las obras de arte instaladas en el espacio público son los bienes que más afectados resultan.


Además de los canteros de la 9 de Julio, los espacios verdes que más agresiones reciben son el parque Los Andes, en Chacarita; el parque Centenario y la plaza Irlanda, en Caballito, y la plaza Martín Fierro, en San Cristóbal; incluyen desde la destrucción del césped, los bancos y los juegos infantiles hasta el robo de rejas perimetrales.


La Plaza de Mayo, sede de múltiples concentraciones, demanda al Estado porteño un presupuesto mensual en mantenimiento de $ 100.000.


Monumentos, en la mira

"Aproximadamente gastamos un total de 1.000.000 de pesos por mes en reparaciones y reposiciones durante 2010. Este año, como los costos de insumos aumentan, la proyección es mayor para fin de año", dijo Santilli.


Según los datos oficiales, los monumentos más dañados son el de Julio Argentino Roca, que debe ser hidrolavado y pintado todos los meses; el Obelisco, cuya base ya fue pintada en cuatro ocasiones en lo que va del año; el Quijote de la Mancha, que tuvo que ser pintado en seis oportunidades, y el de Roque Sáenz Peña, que recibe inscripciones casi todas las semanas. El mausoleo de Bernardino Rivadavia, en Plaza Miserere, es otro blanco habitual.


También sufren roturas y robos las obras de arte colocadas en el Rosedal (especialmente, los grandes jarrones ornamentales), en el parque Chacabuco, en el parque Lezama y en el parque Rivadavia.


En lo que va de 2011, fueron efectuadas más de 150 reparaciones en monumentos y obras de arte.

$ 12.000.000 anuales
Es lo que gastó durante 2010 el gobierno porteño en arreglos y reposiciones de bienes dañados por el vandalismo.

$ 4.000.000 en cinco meses

Ese monto se invirtió entre enero y mayo de 2011 para reponer contenedores rotos o robados..

 
 
Cuando el daño afecta los servicios esenciales


Hay hurto de cables, contenedores y luces

Más allá del daño en bienes muebles e inmuebles de valor incalculable, el vandalismo también afecta en la Capital instalaciones de servicios públicos, como la higiene urbana, el alumbrado, la distribución de energía y el subterráneo.



La rotura y el robo de contenedores de residuos surgió a la par de la colocación, hace cuatro años, de estos recipientes. De los 15.000 contenedores emplazados -según el gobierno porteño- en las calles de distintos barrios de la ciudad, sólo en los primeros cinco meses de 2011 debieron ser repuestos 2598 por destrucción de sus tapas, quemaduras, sustracción de ruedas o robo del recipiente completo, con una inversión de 4 millones de pesos.


Las luminarias públicas no quedan exentas de ataques. Según voceros del Ministerio de Ambiente y Espacio Público local, el robo de cables se produce a partir de la rotura de las columnas de alumbrado y, desde allí, hasta del tendido aéreo. En algunos sectores de la ciudad, como los alrededores de las canchas de Huracán, Vélez y San Lorenzo, el puente Alsina, el Rosedal, Barrancas de Belgrano y el corredor de plazas de la Avenida del Libertador se destrozan, además, los artefactos lumínicos.


Los concesionados, también

Voceros de Edenor dijeron a La Nacion que, por ser sus tendidos subterráneos, no registran robos de cables. Desde Edesur, en cambio, informaron que desde el comienzo de 2011 sufrieron 400 robos de cables y piezas de cobre contenidas en distintos aparatos eléctricos de la firma. Además, señalaron que, pese al soterramiento de las instalaciones, delincuentes vestidos como operarios de la firma llegaron a excavar veredas en Yrigoyen y Sarandí, y en Venezuela y Sáenz Peña, para extraer materiales.


En tanto, fuentes de la empresa Metrovías -que explota la red de subterráneos de la Capital- indicaron que entre enero y agosto se registró un promedio de un grafiti cada dos días en los coches de distintas líneas. Resulta habitual para los pasajeros viajar en formaciones "adornadas" con grafitis anónimos.


En el mismo período, las estaciones recibieron un promedio de cinco pintadas por mes, que en muchos casos afectaron bienes culturales de la ciudad, como los 113 murales artísticos que embellecen algunas paradas. También hubo ocho robos por día de elementos para combatir el fuego (matafuegos, mangueras, etc.).

Manos Misioneras +1

Manos misioneras

Tender un puente hacia las escuelas rurales

Una ONG empezó repartiendo calzado entre estudiantes para frenar la deserción escolar; ahora su ayuda es más amplia

Por Micaela Urdinez
LA NACION


Empezó como una actividad esporádica hasta transformarse en su motor de vida. Francisco Vigo y un grupo de amigos que compartían su tarea misionera en una parroquia de Pilar decidieron ampliar su mirada y en 1994 llegaron por primera vez a Colonia Taranco, en Misiones, a 70 kilómetros de Posadas.



"La primera vez empezamos llevando medicamentos, comida y ropa, que era lo más urgente que necesitaban", explica Francisco Vigo, presidente de Manos Misioneras, una ONG que se dedica a mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales.


Empezaron en 2008 y apadrinaban escuelas rurales misioneras con infinidad de necesidades. "Cuando les preguntamos cuál era su necesidad más urgente, nos dijeron que les hacían falta zapatillas porque como los chicos tenían que caminar muchos kilómetros descalzos, dejaban de ir al colegio", cuenta Vigo.


Gracias a las donaciones de empresas, consiguieron cubrir la necesidad de zapatillas de cinco escuelas y del 70% de la población. "Cuando empezaron había 70% de deserción escolar. Ahora entre el calzado y la Asignación Universal por Hijo estamos en un 98% de asistencia, porque el colegio también cumple la función de comedor, dice Vigo.


Manos Misioneras atiende a una población de 500 chicos de 4 a 12 años, que provienen de comunidades muy vulnerables: las casas son de madera, con pisos de tierra. Las familias viven de la agricultura (plantan tabaco, venden lo que se cultiva y sacan para su subsistencia, aparte de lo que cobran por los planes sociales) y hablan una especie de portuñol por la cercanía con la frontera brasileña.


A la Escuela N° 148 de Colonia Caa Guazú, en departamento de Leandro N. Alem, en Misiones, asisten 79 chicos, desde el nivel inicial hasta 2° año del secundario. Por las mañanas cursan las materias pedagógicas y por la tarde los chicos participan de talleres de títeres, huerta y juegos de ingenio. Patricia Trindade, su directora, cuenta que un día una de las integrantes de la ONG le empezó a traer ropa para los chicos, luego zapatillas y ahora los proveerán de seis equipos de informática para instrumentar en los talleres.


En 2007 compraron una hectárea al lado de la escuela más humilde y alejada, en Arroyo del Medio, y gracias al aporte de familiares abrieron una salita de primeros auxilios, un SUM (salón de usos múltiples) que se usa para 7°grado y una sala de computación que todavía no tiene conexión a Internet.


En este momento están juntando donaciones para comprar una camioneta para que sirva de transporte escolar y también para emergencias médicas. Para aquellos que quieran conocer más a fondo la organización o colaborar, sus datos de contacto son: http://manosmisioneras.org.ar , francisco@manosmisioneras.org.ar o 15-4989-9763 (Francisco)..

Un estatua de Mozart llega al Teatro Colón

26/09/11
Clarin

Con una ceremonia especial, la embajada de Austria le entregará esta tarde a la Ciudad una estatua del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart que será emplazada en el Teatro Colón y que llegará al país como obsequio de la ciudad de Viena por el Bicentenario de la Argentina.

La estatua será presentada a las 19 en el Salón Blanco del primer coliseo porteño durante un acto que contará con representantes de Austria, autoridades del Teatro Colón y del Gobierno de la Ciudad, y otras personalidades de la cultura porteña, según precisaron voceros de prensa de la embajada austríaca.

La idea es que la estatua, que fue pensada como un regalo de Viena para los 200 años de la Revolución de Mayo, quede exhibida dentro del Colón, escenario en el que las obras de Mozart siempre son favoritas.

Ayer, mientras se definían los últimos detalles de la entrega de la estatua, el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, celebró la llegada del tributo al compositor austríaco y destacó la importancia de su figura y su obra en la relación de los porteños con la música y con Austria.

“El público de música clásica de Buenos Aires es muy ‘mozartiano’ . Acá Mozart tuvo, tiene y tendrá una tremenda repercusión entre la gente. Y eso es porque hay un placer y una relación en general con la música austríaca, pero con Mozart es aún más particular. Es un compositor que tiene una relación muy directa con Buenos Aires”, explicó. “Por eso este regalo de la ciudad de Viena es una alegría para todos los porteños”, concluyó.

La estrella Art Nouveau del Botánico

El invernadero de Palermo fue hecho para la Exposición de París junto a la Torre Eiffel.

Por Eduardo Parise
26/09/11Clarin
Es como esos cantantes líricos desconocidos que en algún momento estuvieron en medio de un coro acompañando a Luciano Pavarotti. O como esos bailarines que integraban la compañía donde se destacaba Mijail Baryshnikov y de los que nadie conoce el nombre. Porque la estructura metálica, que muy pocos advierten y que desde hace más de un siglo está casi en el centro del Jardín Botánico de la Ciudad, alguna vez compartió escenario con la mundialmente conocida Torre Eiffel de París.


Se trata del invernadero principal de ese monumental jardín que ocupa más de siete hectáreas en el corazón de Palermo. El invernadero fue instalado allí en 1900, tras recibir un premio en la Exposición Universal con que los franceses y el mundo celebraron el Centenario del comienzo de aquella Revolución que promovía libertad, igualdad y fraternidad.


Construida en hierro y vidrio, la estructura tiene 35 metros de largo por ocho de ancho con una cúpula central que llega a los cinco metros de altura. Se la considera un símbolo del Art Nouveau, el estilo de esa corriente de renovación artística desarrollada entre fines del siglo XIX y principios del XX, donde se proponía que tanto las grandes construcciones como los más simples objetos cotidianos tuvieran una estética tan bella como las curvas de una bella mujer.


Por suerte, a pesar de ser casi un desconocido, en abril de 1996 el invernadero fue declarado Monumento Histórico Nacional. Es que, además de su belleza arquitectónica, bajo esa cúpula vidriada se resguardan especies importantes, muchas de las cuales provienen de regiones con climas más cálidos, como los helechos (hay unos mil ejemplares), distintas orquídeas o palmeras tan exóticas como la areca vestiaria llegada desde Nueva Guinea.


El Jardín Botánico fue inaugurado el 7 de septiembre de 1898 (acaba de cumplir 113 años) por iniciativa de Carlos Thays, aquel arquitecto y paisajista francés que diseñó muchos de los parques y plazas que hoy disfruta Buenos Aires. La mitología urbana dice que, a finales de la época colonial, en aquellos terrenos habría estado lo que se conocía como “el almacén de la pólvora” o “polvorín de Cueli”, por el nombre una familia que habitaba la zona.


Lo concreto es que el invernadero sigue siendo una estructura estelar en ese ámbito “con mil distintos tonos de verde” (como suele definir la letra de una vieja zamba sobre otros paisajes) que, a lo largo de los años, pudo superar las corrosivas acciones del óxido y hasta las inclemencias meteorológicas como aquella granizada que, el 26 de julio de 2006, no sólo hirió a mucha gente, destrozó techos y abolló autos, sino que tampoco tuvo piedad con esos vidrios cargados de historia.


Por fortuna esta estructura, que supo lucirse en París, sigue en pie para regocijo de propios y extraños. Obviamente tuvo mejor suerte que el espectacular Pabellón Argentino, ganador de un primer premio en la misma exposición de 1889 y que los argentinos no supimos preservar. Lo había diseñado el arquitecto francés Albert Ballú y su moderna estructura de hierro y vidrio, totalmente desmontable, ocupaba unos 1.600 metros cuadrados. Algunas de sus partes aún se destacan en la Ciudad, aunque de aquella magnífica obra que durante unos años engalanó los alrededores de la plaza San Martín, en Retiro, poco es lo que queda. Pero esa es otra historia.