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La última cola en la calle Azopardo

DESDE EL PRÓXIMO MIÉRCOLES, DEJARÁ DE SER UNA TAREA DE LA POLICÍA FEDERAL

La última cola en la calle Azopardo: pocas quejas y dudas de los policías

Por Alan Ulacia | TIEMPOARGENTINO 05-mar-2011

 

Hubo menos gente para sacar o renovar el pasaporte. Un aire de nostalgia envolvía a los empleados. Los canillitas recordaban a los "caranchos". Algunos ciudadanos, con esperanza de que la nueva medida termine con las demoras.

 

Ya es un hecho: a partir del próximo miércoles 9 de marzo, los pasaportes no se tramitarán más en Azopardo 620, en el Centro de Documentación de la Policía Federal. Más allá de los anuncios del ministro del Interior, Florencio Randazzo, en efecto, ayer fue el último día de actividad en la concurrida calle Azopardo, esa de las interminables colas, a la vera del imponente edificio de la Superintendencia de la Policía Científica.

En el aire flotó la tranquilidad, y también un poco, la indiferencia. Y es comprensible. Ningún trámite, por más aceitado que esté el sistema, suele despertar pasión en la ciudadanía. Y los uniformados, por su parte, no parecían dar signos de emotividad nostálgica, su labor continúa, más allá de que el fragor se mude de calle.

 

Una señora, con un café en la mano y el alivio impreso en la cara, nos cuenta: "Mucho no puedo decir, un verdadero martirio, pero ya está… Mínimo, dos horas de cola. A veces daba la vuelta por México y llegaba hasta la otra calle. Esperemos que el nuevo sistema funcione mejor."

La cola ayer fue relativamente corta, no llegaba siquiera hasta la esquina de México, como si hubiese tomado nota de la inminente mudanza. Y la adoquinada calle del Bajo estaba silenciosa, al igual que los pocos efectivos de la Policía Federal que montaban su guardia de rutina, exhalando, quizá inconscientemente, un aire un tanto rencoroso.

"Cuatro horas estuve yo en junio del año pasado, me entretuve con lo que podía– declara un tramitante joven–. Es más, existía toda una infraestructura de vendedores ambulantes que pobre gente… no sé de qué trabajarán ahora. Son cafeteros, canillitas, vendedores de chucherías, etcétera." 

 

Este es el caso de Javier, famoso canillita que siempre se ganó la vida a la par de las kilométricas colas de Azopardo. Este testigo ocular privilegiado, casi panóptico, señala: "Siempre mucha gente. Mucho lío. El ánimo de la cola dependía del día, también del clima. Era duro ver en el invierno a las madres con sus hijos desde las siete de la mañana esperando para entrar. Las quejas y los escándalos nunca faltaron."

 

 Tampoco, cuenta, faltaban algunos conocidos "caranchos del tramiterío". Caían bien empilchados, con una carpetita bajo el brazo. A cambio de una "comisión", buscaban oficiar de "guías" o bien "adelantar" los tiempos de los trámites. "Unos chantas –resumía el canillita–. A veces la policía los pesca y van en cana, otras, los tipos ya está… se hicieron el día. De todas formas el traslado a los shoppings me parece mal, se sabe que ahí el trámite va a salir más caro, porque en los shoppings tienen que cubrir el costo del alquiler."

Los otros protagonistas del fenómeno Azopardo, los y las policías, no daban testimonios. Ni siquiera del más raso guardián. Al menos, on the record. 

Sólo una derivación al Departamento de Prensa de la Policía Federal, aledaño a las calles Moreno y Virrey Cevallos. Allí, sólo una dirección de mail con "pocas posibilidades de respuesta", en propias palabras de la recepcionista uniformada. "Nosotros acá tampoco sabemos mucho– continúa–, sólo que la medida se tomó desde la Presidencia a través de la nueva ministra de Defensa, que, nos guste o no, es nuestra jefa. Y sobre el destino del edificio de Azopardo sólo circulan rumores (ver aparte)."

 

 No obstante, ayer la atmósfera laboral en el interior de Azopardo 620 sí trasuntaba un tufillo nostálgico. Hasta la estereotipada figura del frío empleado público parecía mutar para convertirse en una forma más humana y amable, resignada de cara al pronto traslado.

 

Rumores en los pasillos

El destino de las instalaciones de Azopardo 650 y 620 es por estos días incierto. Ambas forman parte del Centro de Documentación de la Policía Federal, que a su vez dependen, al menos ediliciamente, de la Superintendencia de la Policía Científica.

Ayer en el edificio los policías hacían circular versiones que señalan que en esos edificios se podría llegar a montar un museo. "También se dice que las instalaciones serían cedidas a las Abuelas o a las Madres de Plaza de Mayo", dijo un oficial, sin demasiado sustento. Voceros del Ministerio del Interior señalaron que los rumores son falsos y que el lugar pertenece a la Policía Científica. Desde el área de Seguridad, también lo desmintieron.