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Viviendas... mejor.. calidad o cantidad?

¿Calidad o cantidad de viviendas?

Los temas abordados en la mesa redonda organizada por la ARQ para tratar el tema de la vivienda social en la Argentina. La polémica.

Por elena peralta, Especial Para Clarín Arq
05/04/11


Quiénes deben acceder a la vivienda social? ¿Los que no tienen nada? ¿Los que tienen un poco, pero no califican para un crédito? ¿Los ocupas? ¿Los jóvenes? ¿Las familias numerosas? Y, en todo caso ¿Qué debe ofrecer el Estado? Todas estas preguntas buscaron una respuesta en el debate organizado por la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), con el apoyo de ARQ, el lunes 28 pasado. La mesa reunió al urbanista Juan Manuel Borthagaray; a Luis D’ Elia, titular de la Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat, y al ingeniero Fernando Esquerro, ex presidente de la Asociación de Empresarios de la Vivienda (AEV). Las conclusiones corrieron por parte de Javier Fernández Castro, presidente de la Subcomisión de Vivienda de la SCA; Miguel Jurado, editor de ARQ ; Juan Martín Urgell, presidente de la Comisión de Ejercicio Profesional del CPAU. Se sumaron los arquitectos Zaida Muxí y Josep M. Montaner, directores del Master Laboratorio de la vivienda del siglo XXI de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.
La discusión se encendió con una carta del arquitecto Mario Roberto Alvarez (convocado a la mesa pero ausente) condenando las ocupaciones. “Hace años que el Estado Nacional y el Municipio vienen tolerando la usurpación de tierra. España, Francia y Alemania no permiten la usurpación y garantizan el derecho a la vivienda. El Estado no debe apoyar la usurpación”, disparó el autor del Teatro General San Martín.


“Hay 2 millones de ocupas en la Argentina ¿qué hacemos con esa realidad? ¿Creamos cárceles? O creamos soluciones desde el urbanismo y la arquitectura”, retrucó Luis D’ Elía. Javier Fernández Castro fue más allá y tildó las palabras de Alvarez como producto de una suerte de “pensamiento mágico”. Desde la industria, Fernando Esquerro coincidió con el diagnóstico. “Hoy el déficit habitacional ronda los 3,5 millones de viviendas. Y se calcula que se incrementa en 370 mil por año”.
Las coincidencias estadísticas , sin embargo, se diluyeron a la hora de buscar soluciones. Esquerro apostó a un Estado que intervenga más en el mercado financiero que en la construcción: “La creación de viviendas desde el Estado no representó una solución ni en la Unión Soviética o Cuba”, aseguró y propuso copiar las políticas habitacionales que facilitan el acceso al crédito . “En Chile, una política que combina créditos y subsidios, está dando muy buenos resultados”, sostuvo (ver Polémica ...).
D’Elía se mostró mucho más cerca de un Estado Benefactor: “Hablar de desalojo sí o desalojo no, es una disyuntiva falsa. O hablamos de una Argentina para todos o de una Argentina conservadora y violenta. Hoy en la ciudad no hay políticas de vivienda . Los planes del Instituto de la Vivienda de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (IVC) están subejecutados y se preguntan por qué hay tomas”.
Urgell buscó conciliar los dos discursos: “La clase media requiere el apoyo del Estado de la misma manera que los sectores humildes. Quizás se deban redistribuir los subsidios para que la gente pueda acceder a la vivienda”.


Borthagaray se preguntó por el modelo de ciudadano que proponen las viviendas sociales actuales. La conclusión no fue benigna: “Nuestro reloj atrasa”, sentenció. Para el arquitecto, la vivienda social debe tener vocación patrimonial . “Sino, ¿cómo explicamos que a 90 años de haber sido construidas las casas en el Barrio Parque Los Andes hoy cuestan más que cualquier otra propiedad de los alrededores?”, reflexionó.

Por último, Miguel Jurado rescató la búsqueda de la calidad como un objetivo inclaudicable. “Aún si pudiéramos paliar en dos años el déficit habitacional, l a falta de calidad multiplicaría los problemas ”. Dos variables indisociables de un debate que está lejos de concluir.

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