Buenos Aires, ciudad tomada / El espacio público de los porteños, en riesgo
Cuando caminar es sortear obstáculos
Las usurpaciones no son sólo marginales en la ciudad: bares y restaurantes ocupan calles, muchas veces ilegalmente, con mesas y sillas
Por Laura Rocha
LA NACION 24/08/11
Las vereditas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Podría comenzar la famosa balada de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. Pero la triste respuesta hoy podría ser: mesas, sillas y carteles. En varios puntos de la ciudad la ocupación de las veredas por parte de bares y restaurantes complica la circulación peatonal e infringe las leyes porteñas, pero sobre todo pone de manifiesto que la usurpación del espacio público no es sólo marginal.
Palermo, Puerto Madero y las zonas de Congreso y Las Cañitas son los lugares más problemáticos. Cada día se hacen cuatro intimaciones y se labran dos multas por esta ocupación ilegal, aunque parece no alcanzar. "Las intimaciones se producen porque, en muchos casos, los comercios poseen viejas habilitaciones y se los intima a regularizar su situación. A la segunda visita, en el caso de no estar en regla, se los multa, y en la tercera ocasión de falta se los vuelve a multar y se les incautan las mesas y las sillas", explicaron a LA NACION en el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño sobre cómo funciona -o debería hacerlo- el sistema.
¿A quién no le gusta tomar un café en la calle aprovechando el sol? La cuestión es que deben cumplirse ciertos requisitos que no siempre se respetan. La condición fundamental es que la acera tenga un ancho de 2,5 metros como mínimo. En ese caso, se debe dejar un corredor peatonal de 1,5 metros -si la vereda es de más de 2,5 mts, puede ser de 2 metros-. Y los únicos elementos permitidos son mesas, sillas, parasoles, sombrillas y pizarras.
"Acá nunca queda claro quiénes tienen permitido poner las mesas y sillas y cuál es el permiso para ocupar las veredas. A pesar de que hemos tenido varias reuniones con las autoridades, nadie puede darnos la respuesta", contó a LA NACION Alejandra Rodríguez, de la agrupación vecinal Cañitas Activa. En esa zona se aprecian dos irregularidades de las más comunes: la incorporación de toldos y elementos de calefacción, así como la ausencia de respeto de la distancia mínima que debe existir entre el mobiliario y el cordón de la vereda, fijada en 30 centímetros.
Lucía Carew, de la Asociación Amigos del Bosque de Palermo, refirió que la problemática disminuyó con el ensanchamiento de algunas aceras, desde hace poco más de dos años. "Ahora, con las veredas más anchas ya se puede caminar. Pero el gran problema que tenemos hoy son las ferias que se instalan los fines de semana -dijo-. No queda espacio para que pasen las madres con cochecitos, por ejemplo."
La ocupación de aceras sin permiso está prevista en el Código de Faltas de la ciudad en su apartado 4.1.11. Allí se establece que "el/la responsable de una actividad lucrativa que ocupe, por cualquier medio, la vía pública sin autorización o excediendo las medidas autorizadas o el permiso de uso de las aceras es sancionado/a con multa de $ 300 a $ 5000". Esa falta goza del beneficio de pago voluntario (el 75 por ciento del mínimo previsto para la falta), que es de $ 225.
Vicente Lourenzo, secretario de prensa de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, sostuvo que "en general" no es un tema que se debata en el seno de la organización que agrupa a los comerciantes, muchos de ellos dueños de bares, restaurantes y heladerías. "En algunos casos, cuando se produce la violación, se defienden sosteniendo que, por lo menos, ellos tributan impuestos y están legalmente funcionando, en comparación con la venta ambulante", dijo. Cabe recordar que la venta ilegal ambulante, que también ocupa ilegalmente veredas, mueve diariamente entre 2 y 7 millones de pesos, tal como lo publicó LA NACION el 6 de este mes.
"Hay una larga tradición del argentino de ir caminando y detenerse a tomarse un cafecito o un vermouth. La verdad es que no han llegado quejas de vecinos ni ha surgido la cuestión en la cámara", justificó Lourenzo.
La Agencia Gubernamental de Control recibió el año pasado 633 actas de infracciones y se resolvieron 275. Quienes consiguen permisos y respetan los parámetros mencionados deben pagar un gravamen al fisco. La tarifa depende del lugar y la cantidad de mesas que se utilicen. Hay, básicamente, tres zonas: En la 1 están Recoleta, el microcentro, Congreso, Palermo, Belgrano, Núñez y Puerto Madero. Allí se cobra $ 427,70 por mesa. La zona 2 es para las avenidas fuera de estos barrios y se paga $ 305,60 por mesa. La zona 3 es para el resto de la ciudad y se abonan $ 88,88 por mesa. Este gravamen es bimestral.
En tanto, según la ley 2523, también se cobran derechos sobre la acera semestralmente. Si la vereda es mayor a 4 metros, en la zona 1 se pagan $ 385,30, y si es menor, $ 335,50. En la zona 2 son $ 275,30 y $ 239,70, respectivamente. En tanto, para la 3, las tarifas son de $ 80 y $ 69,60.
La recaudación en 2010 por este gravamen ascendió a unos 2 millones de pesos y la proyección para este año es de 2.400.000 pesos, según indicaron en la Agencia de Ingresos Públicos porteña.
Cuando caminar es sortear obstáculos
Las usurpaciones no son sólo marginales en la ciudad: bares y restaurantes ocupan calles, muchas veces ilegalmente, con mesas y sillas
Por Laura Rocha
LA NACION 24/08/11
Las vereditas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Podría comenzar la famosa balada de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. Pero la triste respuesta hoy podría ser: mesas, sillas y carteles. En varios puntos de la ciudad la ocupación de las veredas por parte de bares y restaurantes complica la circulación peatonal e infringe las leyes porteñas, pero sobre todo pone de manifiesto que la usurpación del espacio público no es sólo marginal.
Palermo, Puerto Madero y las zonas de Congreso y Las Cañitas son los lugares más problemáticos. Cada día se hacen cuatro intimaciones y se labran dos multas por esta ocupación ilegal, aunque parece no alcanzar. "Las intimaciones se producen porque, en muchos casos, los comercios poseen viejas habilitaciones y se los intima a regularizar su situación. A la segunda visita, en el caso de no estar en regla, se los multa, y en la tercera ocasión de falta se los vuelve a multar y se les incautan las mesas y las sillas", explicaron a LA NACION en el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño sobre cómo funciona -o debería hacerlo- el sistema.
¿A quién no le gusta tomar un café en la calle aprovechando el sol? La cuestión es que deben cumplirse ciertos requisitos que no siempre se respetan. La condición fundamental es que la acera tenga un ancho de 2,5 metros como mínimo. En ese caso, se debe dejar un corredor peatonal de 1,5 metros -si la vereda es de más de 2,5 mts, puede ser de 2 metros-. Y los únicos elementos permitidos son mesas, sillas, parasoles, sombrillas y pizarras.
"Acá nunca queda claro quiénes tienen permitido poner las mesas y sillas y cuál es el permiso para ocupar las veredas. A pesar de que hemos tenido varias reuniones con las autoridades, nadie puede darnos la respuesta", contó a LA NACION Alejandra Rodríguez, de la agrupación vecinal Cañitas Activa. En esa zona se aprecian dos irregularidades de las más comunes: la incorporación de toldos y elementos de calefacción, así como la ausencia de respeto de la distancia mínima que debe existir entre el mobiliario y el cordón de la vereda, fijada en 30 centímetros.
Lucía Carew, de la Asociación Amigos del Bosque de Palermo, refirió que la problemática disminuyó con el ensanchamiento de algunas aceras, desde hace poco más de dos años. "Ahora, con las veredas más anchas ya se puede caminar. Pero el gran problema que tenemos hoy son las ferias que se instalan los fines de semana -dijo-. No queda espacio para que pasen las madres con cochecitos, por ejemplo."
La ocupación de aceras sin permiso está prevista en el Código de Faltas de la ciudad en su apartado 4.1.11. Allí se establece que "el/la responsable de una actividad lucrativa que ocupe, por cualquier medio, la vía pública sin autorización o excediendo las medidas autorizadas o el permiso de uso de las aceras es sancionado/a con multa de $ 300 a $ 5000". Esa falta goza del beneficio de pago voluntario (el 75 por ciento del mínimo previsto para la falta), que es de $ 225.
Vicente Lourenzo, secretario de prensa de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, sostuvo que "en general" no es un tema que se debata en el seno de la organización que agrupa a los comerciantes, muchos de ellos dueños de bares, restaurantes y heladerías. "En algunos casos, cuando se produce la violación, se defienden sosteniendo que, por lo menos, ellos tributan impuestos y están legalmente funcionando, en comparación con la venta ambulante", dijo. Cabe recordar que la venta ilegal ambulante, que también ocupa ilegalmente veredas, mueve diariamente entre 2 y 7 millones de pesos, tal como lo publicó LA NACION el 6 de este mes.
"Hay una larga tradición del argentino de ir caminando y detenerse a tomarse un cafecito o un vermouth. La verdad es que no han llegado quejas de vecinos ni ha surgido la cuestión en la cámara", justificó Lourenzo.
La Agencia Gubernamental de Control recibió el año pasado 633 actas de infracciones y se resolvieron 275. Quienes consiguen permisos y respetan los parámetros mencionados deben pagar un gravamen al fisco. La tarifa depende del lugar y la cantidad de mesas que se utilicen. Hay, básicamente, tres zonas: En la 1 están Recoleta, el microcentro, Congreso, Palermo, Belgrano, Núñez y Puerto Madero. Allí se cobra $ 427,70 por mesa. La zona 2 es para las avenidas fuera de estos barrios y se paga $ 305,60 por mesa. La zona 3 es para el resto de la ciudad y se abonan $ 88,88 por mesa. Este gravamen es bimestral.
En tanto, según la ley 2523, también se cobran derechos sobre la acera semestralmente. Si la vereda es mayor a 4 metros, en la zona 1 se pagan $ 385,30, y si es menor, $ 335,50. En la zona 2 son $ 275,30 y $ 239,70, respectivamente. En tanto, para la 3, las tarifas son de $ 80 y $ 69,60.
La recaudación en 2010 por este gravamen ascendió a unos 2 millones de pesos y la proyección para este año es de 2.400.000 pesos, según indicaron en la Agencia de Ingresos Públicos porteña.
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