Avanza el Metrobús, que empezó a funcionar ayer, por la avenida Juan B. Justo, por el carril exclusivo. / Silvana Colombo
Transito porteño / Un tipo de traslado que promete dar más
El Metrobús ya une Palermo con Liniers
La circulación del transporte público por un carril exclusivo permite acortar la duración de los viajes; en el primer día, quejas vecinales
Miércoles 01 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Ayer, después del mediodía, quedó inaugurado el Metrobús, sistema de ómnibus articulados que corren por un carril exclusivo por el medio de la avenida Juan B. Justo, entre Palermo y Liniers.
Son 21 las paradas a lo largo de 12,5 kilómetros, por donde transitan hoy las líneas de colectivo 34 y 166 y que, por el momento, funciona con 12 unidades articuladas con fuelle, que permiten transportar hasta 140 pasajeros cada una. Esas líneas seguirán funcionando con la misma denominación y compartirán el carril central y las estaciones con ómnibus de las empresas 109, 110, 53, 172 y 99, que también circulan por la zona.
Aunque ayer hubo algunas quejas de pasajeros, vecinos y automovilistas, en el gobierno porteño se mostraron satisfechos con el debut del nuevo sistema de transporte.
"El balance del día es realmente muy bueno. La gente estaba muy contenta. Incluso, han usado el Metrobús muchas más personas para probarlo. Aunque tenemos que hacer ajustes, estamos muy contentos", dijo a LA NACION Guillermo Dietrich, secretario de Transporte de la ciudad.
Los ajustes a los que se refiere el funcionario son, especialmente, en los tiempos de viaje y en las frecuencias de las unidades. Aunque en el gobierno local habían prometido bajar un 40 por ciento la cantidad de minutos de viaje, ayer esa meta no se había logrado. En efecto, durante una recorrida realizada por LA NACION entre cabecera y cabecera, el trayecto en Metrobús ocupó 36 minutos, lejos todavía de los 28 que se habían estimado oficialmente.
Video: Metrobús: pros y contras según los porteños
"Estamos trabajando en la sincronización de los semáforos y en la aprobación de los cambios de recorrido de las líneas, que no es de nuestra jurisdicción [le corresponde a la Secretaría de Transporte de la Nación]. Creemos que llegaremos tranquilamente a los 30 minutos", consideró Dietrich.
El acto inaugural fue encabezado por el jefe de gobierno, Mauricio Macri, y por buena parte de sus funcionarios, los que realizaron el viaje inaugural entre la estación Corrientes y la cabecera de Bullrich y Santa Fe.
Poco después del acto, Augusto Dávila, de 80 años y vecino de Palermo, estaba sentado en la estación Honduras y miraba el funcionamiento del nuevo servicio, que ya había comenzado su recorrido hacia Pacífico. "Me parece una buena idea, porque los autos suelen estacionar en doble fila y eso molestaba en las paradas para poder subir al colectivo". En la estación ya se habían congregado muchos pasajeros que ocupaban la totalidad de los colectivos, aunque algunos, un poco confundidos, pedían información sobre cómo funcionaba el nuevo sistema.
En la estación Guatemala tres personas esperaban el Metrobús sólo para conocerlo. Algunos creían que el nuevo vehículo sería un colectivo doble pintado de amarillo. "Suelo ir hasta Santa Fe caminando, pero quiero conocer el nuevo transporte", dijo Ana García, de 48 años.
"El Metrobús no es sólo colectivos, es un nuevo sistema, con esto se reduce un 40 por ciento el tiempo de viaje", dijo Dietrich, quien prometió que inspectores de la ciudad permanecerán varios días en las estaciones para prevenir a los automovilistas de no usar el carril exclusivo.
César, que circulaba en su auto en dirección hacia Palermo, no paraba de quejarse. "Quedan sólo dos carriles y cada vez se hace más difícil circular por Juan B. Justo." Como él, se quejaban comerciantes que ahora ven alejadas de sus negocios las filas de pasajeros.
El Metrobús demandó una inversión de $ 100 millones. La obra se concretó en ocho meses. Según los cálculos oficiales, unas 125.000 personas utilizan diariamente el transporte público por Juan B. Justo, mientras que la circulación de autos particulares asciende a 50.000 vehículos.
El primer día tampoco estuvieron instalados los carteles interactivos que indican la frecuencia de llegada de los colectivos. Ayer no pudo ser precisado cuándo estarán disponibles.
El escenario
Una prueba piloto con potencial
Angeles Castro
LA NACION
Miércoles 01 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Lejos del colectivo troncal que, conectado a otros medios de transporte y con facilidades en la venta de boletos funciona en otros lugares del mundo, al Metrobús porteño, que recorre desde ayer la avenida Juan B. Justo, habrá que mirarlo como una prueba piloto con buenas intenciones, pero con limitaciones.
Se trata, en todo caso, de un sistema de colectivos que corren por carriles exclusivos centrales y paradas cada cuatro cuadras, con la principal ventaja para los pasajeros de una significativa reducción en el tiempo de viaje, más una menor contaminación para el ambiente porque frenan y arrancan menos veces.
Si bien este avance es esencial para la vida cotidiana de los usuarios de las líneas que lo utilizan básicamente (la 166 y la 34), no implica una mejora sustancial para el sistema de transporte público en general.
Conceptualmente, y según su aplicación en otras ciudades, los colectivos troncales son un transporte masivo de usuarios que suele recibir el flujo de pasajeros provenientes de líneas de colectivos comunes y de otros medios, como el subte y el tren.
El Metrobús conecta con la línea D de subtes y con el ferrocarril San Martín, en ambos casos a la altura de puente Pacífico, y no en otras estaciones. Por ahora, no forma nodo con la línea B, ya que varias cuadras separan las estaciones del nuevo sistema y de ese subte; tampoco funciona en su totalidad con ómnibus articulados para transportar mayor cantidad de gente.
No obstante, el sistema tiene un gran potencial, como poder ser extendido en ambos sentidos -hacia Ciudad Universitaria, con la posibilidad de conectar con el Aeroparque Metropolitano, y hacia la provincia de Buenos Aires- y como convertirse en el primer sistema informatizado de colectivos. En el debut, el Metrobus sólo ofreció una pantalla digital en la cabecera de Pacífico y sin datos sobre el horario de los servicios.
Habrá que esperar para ver cómo evoluciona el novedoso sistema de transporte que, desde ayer, disfrutan no pocos pasajeros.
El viaje en Metrobus
Menos tiempo, más confort
Laura Rocha
LA NACION
Miércoles 01 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
Definitivamente, se tarda menos. Aunque todavía queden algunos detalles para ajustar en el estrenado sistema de Metrobús, la diferencia en el tiempo de circulación por la avenida Juan B. Justo es notable.
LA NACION recorrió de punta a punta, en del interno 53 de la línea 166, el sistema de carril exclusivo, entre Palermo y Liniers. Y el cronómetro marcó 36 minutos. Antes del Metrobús, la demora entre cabeceras era de casi una hora.
A pesar de que el tiempo de viaje no se redujo aún lo prometido en los escritorios oficiales (ver aparte), el sistema es prometedor.
Como suele suceder en cualquier debut, en las cabeceras hubo algunos inconvenientes y demoras. "¿Dónde tomo el 166?" "¿Y el 34?" "¿Dónde está el Metrobús?" Eran algunas de las preguntas que los pasajeros se hacían ayer por la tarde en la estación Pacífico.
En esa cabecera había un empleado de la línea 166 que, junto con la 34, operan el nuevo tipo de transporte público, que trataba de explicar su funcionamiento.
"Uno de los tiempos que hay que reducir es el de la espera en las estaciones. Es el primer día, ya se va a ordenar", prometía el empleado que indicaba a los pasajeros dónde hacer las colas.
También el vendedor de boletos tuvo un día agitado. A las 16.30 se quedó sin monedas y tuvo que salir corriendo por más. Es que, en esta primera etapa, está previsto que haya venta de boletos fuera de los coches sólo en las estaciones cabecera.
Ya con el boleto ya obtenido, hubo que hacer la fila. Después de 10 minutos de espera llegó el interno al que subió LA NACION.
Como todavía no cambiaron los recorridos oficialmente, en Pacífico el colectivo ya estaba completo. Hubo que viajar parado. Pero fue más útil. De ese modo se notó que, al ir por carriles exclusivos sin movimientos continuos ni autos que compitan por espacio en la calle, la unidad se mueve menos.
Otro gran cambio es el de la identificación de las estaciones, situadas cada cuatro cuadras. Todas cuentan con carteles, como sucede por ejemplo en el subte o en el tren, con los nombres de las 21 paradas que tiene el recorrido, la denominación de cada estación y las líneas de colectivos que pasan por allí.
Los que siguen ausentes son los carteles interactivos prometidos para indicar la frecuencia entre colectivo y colectivo de cada línea. Por el momento, sólo hay un cartel en la estación Pacífico que da la bienvenida a los pasajeros al nuevo sistema.
El tiempo entre estación y estación es de entre uno y dos minutos. A bordo del colectivo se podía ver claramente cómo los autos marchaban por los carriles de los costados con algo de dificultad.
Mientras tanto, el ómnibus sólo se detenía en las estaciones, en los semáforos y, en una ocasión, que tuvo que esperar que se liberara la dársena por la cantidad de unidades que estaban detenidas.
También ayer se pudo percibir que varias motos utilizaban los carriles exclusivos; en el gobierno indicaron que, no obstante, fue poca la utilización de esa zona por vehículos no autorizados. Y hubo inspecciones: varios móviles de Control de Carriles (CC) circulaban por la tarde por la avenida Juan B. Justo.
Fue el primer día de un sistema que requiere un cambio cultural. Ayer comenzó una nueva etapa. Y ya se piensa en extenderlo a otras arterias de la ciudad,
El viaje en automóvil
Más ágil, igual de tedioso
Pablo Tomino
LA NACION
Miércoles 01 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
El semáforo ubicado en Bullrich y el cruce con la avenida Santa Fe, en Palermo, cambia del rojo al verde, imagen que remite a la largada de una competencia de autos. Y es literalmente así: todos pugnan por ganar posición y llegar primero a la avenida Juan B. Justo, desde ayer con sólo dos carriles por mano, en la mayor parte de su recorrido.
En un automóvil rumbo a Liniers, LA NACION pudo observar ayer que la renovada arteria por donde funciona el flamante Metrobús termina resultando estrecha para la gran cantidad de autos que por momentos se apiñan en varios puntos del recorrido.
En las primeras cuadras del trayecto, desde Santa Fe hasta Honduras, la circulación fue ayer más fluida respecto de meses atrás, cuando el conductor debía sortear innumerables baches en la avenida Juan B. Justo y, también, esperar paciente detrás de las osadas maniobras de los colectiveros, dueños absolutos de la avenida, de ancho a ancho.
Unos 12 minutos en promedio se tarda hoy en auto hasta el puente que pasa sobre Niceto Vega, poco antes de la hora pico.
A esas alturas aparecen una buena y una mala noticia: la buena es que los autos no cambian de carril y lo único que detiene su marcha son los semáforos. La mala, paradójicamente, es que los semáforos siguen sin estar sincronizados y que el conductor se ve frustrado de poder hacer seguidas más que unas pocas cuadras.
"Están mejor las calles, porque hicieron nuevo el asfalto, y hay tramos que se hacen más rápido que antes. Pero la verdad es que los semáforos son un desastre: uno hace dos cuadras y tenés que frenar; otras dos cuadras y volvés a frenar. Y así... Eso sigue mal", dice Raúl Peterson, chofer de un remise que habitualmente transita por Juan B. Justo y quien se jacta de conocer "como nadie" esa arteria.
Durante el recorrido que hizo LA NACION, ninguno de los vehículos que se vieron atrapados en el tránsito de las más de 90 cuadras que tiene la avenida Juan B. Justo intentó transitar por las vías exclusivas de los ómnibus. La buena conducta no era casual: había numerosos agentes de tránsito de la ciudad en todo el trayecto. En otro tramo de la avenida Juan B. Justo la circulación fue más fluida. Ocurrió entre el 2200 y el 5000. Allí, tres filas de vehículos lograron descomprimir el tránsito. "Si a esto le sumás que no hay baches en todo el trayecto, podés ahorrar tiempo", dijo Peterson.
Pero, como en materia de tránsito nadie puede hacer futurología, inmediatamente después del 5500 de esta transitada arteria la circulación vehicular se vuelve tediosa. Embotellamientos, bocinazos, autos que quedan en el medio de la avenida y cuadras repletas de rodados resultan ser una imagen repetida.
Ya en Villa Luro y hasta Liniers, por la Juan B. Justo, el paso es tan lento como el de una procesión: los conductores se impacientan por las demoras, pero ninguno desvía su camino en busca de una alternativa.
Completar todo el recorrido, de Palermo hasta Liniers, demandó a LA NACION 49 minutos en automóvil. Antes del Metrobús, recorrer ese tramo podría realizarse en un tiempo igual y aún mayor: hasta más de una hora.
Es cierto que no encontrará baches ni colectivos que se cruzan en su camino, pero los principales escollos serán ahora las pocas manos habilitadas para que circule el transporte no público y una buena cantidad de semáforos sin "onda verde".
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