La población en las villas creció más del 50 por ciento
Son cifras que abarcan el período 2001-2010. Pese al crecimiento económico, 163.587 personas viven en las villas porteñas. La Rodrigo Bueno, ubicada en Costanera Sur, quintuplicó sus habitantes.
07/09/11 Clarin
Por Ismael Bermúdez
En la Ciudad de Buenos Aires lo que más crece es la población que vive en las villas y en los asentamientos.
Según las cifras del Censo 2010, en esos barrios precarios hay 56.165 personas más respecto de 2001, un incremento del 52,3%. Y como la población porteña creció en esos 9 años en apenas 114.013 personas, se desprende que la mitad de ese crecimiento tuvo como destino las villas y los asentamientos, con sus consecuencias ambientales, sanitarias y de infraestructura.
En total, en las villas de emergencia y asentamientos porteños viven 163.587 personas distribuidas en 40.063 viviendas que ocupan 259,9 hectáreas. En 2001 sumaban 107.422.
Las villas más numerosas son la 21-24 en Barracas, la 31-31 bis en Retiro y la 1-11-14 en el bajo Flores que suman 80.000 personas. En 2001 en esos barrios precarios residían 53.000 personas. Un incremento del 50%.
En contraste, casi una cuarta parte de las 1.425.840 viviendas porteñas – 340.975 unidades – están “deshabitadas” porque corresponden a oficinas, pero también porque son casas o departamentos que están en venta, en alquiler o en avanzado estado de construcción.
En la zona de Retiro o Puerto Madero, las viviendas “deshabitadas” trepan al 40%, el grueso por las construcciones como “inversión” desarrolladas en los últimos años.
Aunque no hay datos de la procedencia de estos nuevos contingentes de porteños, el grueso proviene de países limítrofes (Paraguay y Bolivia) y de Perú. En toda la Capital, viven 381.778 extranjeros, 65.039 más que en 2001.
De aquí se infiere que más de la mitad del crecimiento poblacional se explica por la radicación de extranjeros atraídos, según el INDEC, por las mejoras sociales y económicas de los últimos años.
La presencia de las villas y asentamientos está concentrada en 4 barrios porteños.
En Villa Lugano, Soldati y Riachuelo representan el 32,9% de la comuna; en Barracas, Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios el 16,3%; en Constitución, Retiro, San Telmo el 14,3%, y en Flores-Parque Chacabuco el 12,1%. Respecto de 2001, los mayores crecimientos se registraron en Retiro y Barracas.
Debido al aumento de la población en villas y asentamientos, en las comunas 1 (Retiro), 7 (Flores y Parque Chacabuco) y 8 (Villas Lugano, Soldati y Riachuelo) la población creció entre 3 y 5 veces por encima del promedio de la Ciudad, que fue de apenas el 4,1%.
Así, en esos barrios carenciados, el ritmo de crecimiento poblacional es muy similar, y muchas veces superior, al de buena parte del GBA. Por esa razón, algunos especialistas señalan que hay una “conurbanización porteña”, estableciendo casi una unidad sociogeográfica ya que muchos de esos barrios son linderos con los partidos del GBA.
En promedio, en las villas viven 4,1 personas por hogar, aunque en algunos asentamientos trepa a 7,3 por vivienda, generando serios problemas de hacinamiento habitacional.
“En las comunas 1, 4 y 8 (que corresponden a esos barrios), el porcentaje de hogares hacinados supera el 18,9%”, alcanzando el 22,2% en la comuna que incluye Villa Soldati-Lugano, de acuerdo a un informe de la Dirección de Estadísticas y Censos (DGEyC) de la Ciudad de Buenos Aires. Pero si este indicador se restringe “a las villas, inquilinatos, hoteles, pensiones y casas tomadas el porcentaje de los hogares hacinados ronda el 50%”, cuando en el resto de la Ciudad “apenas llega al 6,3%”.
Otro dato es que las comunas 4 y 8 tienen los porcentajes más altos de hogares que no disponen de inodoros con descarga a la red cloacal pública.
“Los hogares con deficiencia de este tipo de servicio ascienden a alrededor de 10.000”, que se concentran en las comunas 4 y 8 donde están las villas de La Boca y las de Villa Lugano, según el relevamiento de la DGEyC.
En las villas, los habitantes del 73,3% de los hogares no son propietarios ni inquilinos, por lo que son clasificados en el rubro “tenencia precaria” de la vivienda. Otro 10,2% es inquilino y apenas el 16,5% es propietario del terreno y la vivienda. Para el resto de los porteños, estos números están invertidos, ya que 2 de cada 3 habitantes son propietarios de sus viviendas.
Según el Censo 2010, en la ciudad de Buenos Aires 71.275 hogares cocinan o calefaccionan sus viviendas con gas a garrafa: son un 40% más o 21.223 hogares más que en 2001, debido al incremento de la gente que vive en inquilinatos, villas y asentamientos.
Hogar que ya no es transitorio
Por Ciencias Sociales, Uba Lic. Pablo Vitale
Contra lo que suele pensarse, el incremento de residentes en las villas no es tan agudo en tiempos de crisis como en los de su superación, por parcial que ésta sea, debido tanto al propio crecimiento vegetativo –mayor al de la media urbana– como al establecimiento de migrantes en las villas que, a diferencia de sus antecedentes históricos, ahora es de carácter definitivo.
Desde 1983, las políticas públicas y la legislación invariablemente postulan la necesidad de la integración urbana de las villas y la radicación definitiva de sus habitantes. Sin embargo, poco se ha avanzado en ese sentido. Uno de los factores que dan cuenta de la irresolución de la problemática se observa en el tratamiento diferencial que suele orientarse a las villas: desde la deficitaria prestación de servicios públicos y estatales, que en estos barrios están muy lejos de los estándares del resto de la ciudad, hasta los programas focalizados y de corto alcance que se les destina. Concebir a las villas como una anomalía a tratar “quirúrgicamente” o desentenderse de la cuestión fueron las alternativas recurrentes y fallidas por las que optaron distintas gestiones gubernamentales a lo largo de su historia.
Es necesario, por el contrario, partir por entenderlas como parte constitutiva de la ciudad y de su dinámica productiva . No es casual que las villas en las que se verifican crecimientos de población más notables –Rodrigo Bueno, 31-31bis y 21-24- sean las que cuentan con mejores localizaciones. Lejos del estigma que pesa sobre su población, ésta se compone fundamentalmente de mano de obra que es empleada , formalmente o no, en la producción de diferentes bienes y servicios esenciales. Como ejemplo paradojal, el “boom inmobiliario” por el que atraviesa la ciudad es, en buena medida, fruto del trabajo de quienes viven en villas.
Y es en ese ciclo de especulación inmobiliaria abierto después de la crisis donde radica otra de las claves fundamentales del crecimiento villero: la brecha entre la capacidad adquisitiva del salario y el precio del suelo urbano hace prácticamente imposible que los sectores populares accedan a una vivienda a través del mercado formal. A esto se suma la ausencia de alternativas habitacionales ; los hoteles-pensión, por caso, suelen restringir el acceso a familias con hijos, y no existen programas estatales que respondan a las necesidades habitacionales de quienes recién llegan a la ciudad.
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